Siempre me ha gustado que me cuenten historias o cuentos. Supongo que por eso, entre otras cosas, me encanta leer, el cine, las series y las canciones. También me gusta contarlas, aunque lo practico menos.
Me parece un auténtico reto escribir una novela entera. Si lo hiciera yo estoy segura de que me volvería loca. Sin embargo, los relatos cortos o microcuentos los veo más asequibles y alguna vez me he lanzado.
Como mientras le doy a la máquina de coser no tengo gran cosa que contar sobre este proyecto que me traigo entre manos, se me ha ocurrido aprovechar para escribir historias cortas inspirándome en cada tela con la que trabajo. Y empiezo hoy.
Serán historias independientes. Algunas ni siquiera serán historias. Tal vez sólo escenas retratadas con palabras.
Veremos lo que sale y espero que os guste :)
Ésta es Rosa.
Tiene 5 años y sueña con ser bailarina, enfermera, espía o presidenta del gobierno. No le importa demasiado de qué país. Ahora mismo está ocupada con otros asuntos, como usar todos los lapices de su nueva caja de pinturas. El rosa, obviamente, es su color favorito. ¿Cómo no le va a gustar un color que lleva su nombre y que además es tan precioso? Los tutús de las bailarinas son rosas. Y cuando sea enfermera, espía o presidenta, usará uniformes y trajes rosas, de eso está segura. De hecho, si por ella fuera, todo sería rosa. La gente vestiría de rosa, los coches y las casas serían rosas, incluso el cielo y el mar.
Sin embargo, el lápiz rosa de su caja de pinturas nueva no lo ha estrenado todavía porque no quiere que se le gaste y sabe que cuando lo saque de la caja no lo soltará. Pero hoy es miércoles y está pintando una bailarina. Ha dejado el tutú y las zapatillas para el final. Está feliz. Por fin va a usar su maravilloso, reluciente y nuevo lápiz rosa. Y no le importa no volver a soltarlo.
Emocionada con su dibujo, se ha pintado el vestido sin querer. Mira la mancha preocupada, pensando en qué dirá su madre, y su boca se va abriendo por la sorpresa a medida que la mancha se extiende por toda su ropa. Tarda un poco en reaccionar, pero enseguida empieza a hacer pruebas. Su mesa, su cama y las paredes de su habitación se vuelven rosas en cuanto las toca con su lápiz nuevo.
Con una sonrisa radiante sale a la calle. Por fin va a tener su mundo rosa.
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